sábado, 25 de abril de 2009

Ladran, Hilaria Supa, tú avanza



Ofendida y burlada, quisieron
humillarla pero ella respondió con
la entereza de la sinceridad



Hilaria Supa Huamán, congresista de la República no se expresa bien en castellano pero maneja el quechua como una espada alzada que le ha valido ganarse los votos con que se encuentra en el Congreso, donde muchos que se dicen hispanohablantes maltratan cotidianamente el español como si fueran hijos de otras lenguas, con pocas y honrosas excepciones.

Don José Carlos debió revolverse en su tumba el día en que el diario que dirige su nieto, según se cree, con toda mala leche y ánimo de acentuar las diferencias humanas, levantó esa portada que causó indignación hasta en quienes no tienen la costumbre de hacerlo en el Congreso de nuestra república chola.

La portada se ensañaba a toda página con doña Hilaria, fotografió y describió las faltas de ortografía en el cuaderno de notas de la legisladora, quien hacía anotaciones en castellano.



Doña Hilaria Supa Huamán nunca ha negado esa parte de su biografía en que por la falta de oportunidades padeció lo que padecía y padece aún hoy un gran sector de nuestro pueblo, y ha dicho con toda sinceridad que no fue a la escuela porque –y eso no lo ha dicho pero se intuye- sus padres la necesitaban para ocuparse desde muy pequeña de las tareas de su hogar o del campo.

Es decir, la niña Hilaria tenía que trabajar a la edad de seis o siete años cuando el descendiente de José Carlos iba a una cómoda escuela, luego de tomar un magnífico desayuno, porque nació en una sociedad que le dio la oportunidad de hacerlo.

Burlarse en la forma en que lo hizo la portada del diario que dirige el descendiente de don José Carlos, de una ciudadana que ha logrado en la culminación de su vida –no confundir con el final de su vida– llegar a representar a nuestra sociedad, es de lo más deleznable que se hubiera podido imaginar en un medio de comunicación.

Es cierto, doña Hilaria masca el castellano, pero habría que poner a alguno de los sabios redactores y director de aquel medio a intentar mascar el quechua a ver cómo les va. Doña Hilaria se expresa en dos idiomas, bien en quechua y se hace entender con las deficiencias comprensibles, en castellano, que no es su idioma paterno.

Habría que indagar, sin dobles malas intenciones, si los colegas que se rieron de las faltas de ortografía de doña Hilaria, no necesitan también recurrir a algún Coquito que les enseñe algo que no saben o que olvidan en el momento de escribir sus informaciones.

Doña Hilaria, nativa ella, llegó al Congreso no por arte de magia ni porque la nombró o le facilitó el camino algún dictador que ciertas mentes añoran. No. Ella llegó con la fuerza que le dieron los votos de 13,700 ciudadanos, y conquistó un lugar en la representación nacional constituida por ese grupo de ciudadanos peruanos, mayores de 25 años, elegidos en concordancia con nuestra Constitución, para bien o para mal por la ciudadanía.

Ha venido al Congreso para luchar, junto a otros, para que las ventajas que ella no tuvo les sean entregadas hoy a esos peruanos que carecen de la oportunidad que tuvimos y tenemos quienes vivimos en las ciudades, para que no solo tengan resuelto el problema del pan cotidiano sino para que enriquezcan su espíritu con las escuelas y colegios que la sociedad excluyente les ha negado en el pasado y persiste aún hoy en prohibirles.

Ha llegado hasta el Congreso para que las desigualdades por la forma de hablar, por el vestido o la forma de vivir desaparezcan, ya que estamos en la búsqueda de una sociedad que cada vez nos iguale más en lugar de diferenciarnos. Para eso, Hilaria Supa está en el parlamento con su vestido cusqueño y su montera para proclamar ante el mundo que no se avergüenza de sus orígenes y recuerda las carencias que sufrió.

Y por ello merece todo nuestro respeto. No importa, Hilaria. A las bajezas que desdicen de la ética y de la comprensión humana, debes responder como el Quijote: “Ladran, Sancho, señal de que avanzamos”.



(Caricatura de Carlín en La República)

1 comentario:

César Terán Vega dijo...

Talvez Aldo desconozca -¿o acaso no le importe,es decir le llega,que un grupete de académicos mediocres y angurrientos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos le negaron al Amauta la posibilidad de enseñar en la Universidad más antigua de América porque no ostentaba título académico?